LA MADRE DE LAS GUERRAS LA LIBRA DENTRO DE NUESTRO CUERPO EL SISTEMA INMUNOLÓGICO.
El objetivo de esta entrada es el de demostrarte la necesidad que tenemos de fortalecer la función inmunológica o defensiva del cuerpo, si queremos ganar la guerra que se libra en nuestro propio organismo en contra de todos los patógenos que nos causen enfermedades, en especial el cáncer. El objetivo, es demostrarte que, en el caso particular del cáncer, el organismo puede eliminar el cáncer por si solo sin que tengamos que recurrir a un "bombardeo" de productos químicos tóxicos para superarlo.
Dentro de nosotros se libra permanentemente una guerra en la que se enfrentan implacablemente y sin cuartel dos ejércitos luchando constantemente por el control del territorio (terreno) que es nuestro cuerpo.
Por un lado, un ejército enemigo compuesto por alérgenos, agentes infecciosos, virus, bacterias, hongos, diferentes toxinas y células que se han rebelado contra el orden natural (cancerosas) que están constantemente atacándonos, dando origen a la enfermedad y la muerte.
Este ejército enemigo lleva a cabo complejas maniobras militares e implementa una fantástica maquinaria de guerra coordinada por un sofisticado sistema de comunicación.
Por el otro lado, afortunadamente tenemos nuestro propio ejército que nos defiende y que en una guerra sin cuartel le hace frente a todos nuestros atacantes ya mencionados.
Es nuestro ejército o sistema inmunológico, nuestro guardián, que se compone de cientos de miles de millones de células (células blancas de la sangre), que viven exclusivamente para defendernos.
Estas células son esenciales para nuestra supervivencia y son implacables en la búsqueda de los invasores extraños y de las células cancerosas. Cuando están en actividad hacen que los combatientes de la II guerra mundial parezcan unos simples matones de barrio.
Los ataques que despliega el sistema inmunológico para defendernos están también muy bien coordinados por un sofisticado sistema de comunicación en el que usa un lenguaje complejo compuesto por “palabras moleculares” (proteínas, glicoproteínas, citoquinas, moléculas de señalización celular, neurotransmisores, etc.), que comparados con las operaciones de inteligencia militar de los humanos, hacen que éstas parezcan un juego de jardín infantil.
Mediante este lenguaje nuestras células inmunes identifican a los invasores extraños, proporcionan su ubicación, estiman el número de los mismos y coordinan el ataque.
Coordinan y llevan a cabo un perfecto e increíble ataque digno de una guerra intergaláctica: disparan haces de partículas ionizadas que hacen agujeros en las membranas de las células de los microbios infecciosos y aun de las células cancerosas, liberan chorros de venenos químicos corrosivos; rodean, canibalizan y digieren las células enemigas. Lanzan “misiles” guiados desde grandes distancias que explotan con precisión increíble. Incluso, sofocan a sus enemigos en sustancias pegajosas.
Y lo más increíble aun: este ejército despliega todo este arsenal y poderío en varios frentes a la vez.
La piel, el sistema respiratorio, el tracto intestinal y el torrente sanguíneo, son los más expuestos a los patógenos por lo que son los que tienen mayor número de células inmunes. Dentro de estos sistemas, el de mayor exposición y el más frecuentemente violado es el intestino. Por esta razón, aproximadamente el 80% de las células defensivas de la sangre, se incrusta en la superficie de la mucosa intestinal.
Con la simple aparición de una célula de cáncer se inicia en el organismo una guerra a escala nanométrica librada en cada uno de nosotros a cada momento de cada día.
Es sabido que en nuestro cuerpo siempre estamos desarrollando células cancerosas, pero si tenemos un sistema inmunológico saludable éstas serán devoradas tan rápidamente como aparecen. Por eso, todo lo que debilite al sistema inmune puede cambiar ese delicado equilibrio a favor del cáncer, que tendrá así oportunidad de crecer y derrotarnos hasta llevarnos a la muerte.
La biología molecular considera al cáncer como una feroz y prolongada batalla que se libra entre las células cancerosas y las células inmunes.
Las principales fuerzas de estos ejércitos enfrentados la constituyen dos tipos de células: las células cancerosas y los macrófagos. Ambas tienen un impresionante armamento a su disposición y ambas tienen una estrategia para ganar.
Dentro de nosotros se libra permanentemente una guerra en la que se enfrentan implacablemente y sin cuartel dos ejércitos luchando constantemente por el control del territorio (terreno) que es nuestro cuerpo.
Por un lado, un ejército enemigo compuesto por alérgenos, agentes infecciosos, virus, bacterias, hongos, diferentes toxinas y células que se han rebelado contra el orden natural (cancerosas) que están constantemente atacándonos, dando origen a la enfermedad y la muerte.
Este ejército enemigo lleva a cabo complejas maniobras militares e implementa una fantástica maquinaria de guerra coordinada por un sofisticado sistema de comunicación.
Por el otro lado, afortunadamente tenemos nuestro propio ejército que nos defiende y que en una guerra sin cuartel le hace frente a todos nuestros atacantes ya mencionados.
Es nuestro ejército o sistema inmunológico, nuestro guardián, que se compone de cientos de miles de millones de células (células blancas de la sangre), que viven exclusivamente para defendernos.
Estas células son esenciales para nuestra supervivencia y son implacables en la búsqueda de los invasores extraños y de las células cancerosas. Cuando están en actividad hacen que los combatientes de la II guerra mundial parezcan unos simples matones de barrio.
Los ataques que despliega el sistema inmunológico para defendernos están también muy bien coordinados por un sofisticado sistema de comunicación en el que usa un lenguaje complejo compuesto por “palabras moleculares” (proteínas, glicoproteínas, citoquinas, moléculas de señalización celular, neurotransmisores, etc.), que comparados con las operaciones de inteligencia militar de los humanos, hacen que éstas parezcan un juego de jardín infantil.
Mediante este lenguaje nuestras células inmunes identifican a los invasores extraños, proporcionan su ubicación, estiman el número de los mismos y coordinan el ataque.
Coordinan y llevan a cabo un perfecto e increíble ataque digno de una guerra intergaláctica: disparan haces de partículas ionizadas que hacen agujeros en las membranas de las células de los microbios infecciosos y aun de las células cancerosas, liberan chorros de venenos químicos corrosivos; rodean, canibalizan y digieren las células enemigas. Lanzan “misiles” guiados desde grandes distancias que explotan con precisión increíble. Incluso, sofocan a sus enemigos en sustancias pegajosas.
Y lo más increíble aun: este ejército despliega todo este arsenal y poderío en varios frentes a la vez.
La piel, el sistema respiratorio, el tracto intestinal y el torrente sanguíneo, son los más expuestos a los patógenos por lo que son los que tienen mayor número de células inmunes. Dentro de estos sistemas, el de mayor exposición y el más frecuentemente violado es el intestino. Por esta razón, aproximadamente el 80% de las células defensivas de la sangre, se incrusta en la superficie de la mucosa intestinal.
Con la simple aparición de una célula de cáncer se inicia en el organismo una guerra a escala nanométrica librada en cada uno de nosotros a cada momento de cada día.
Es sabido que en nuestro cuerpo siempre estamos desarrollando células cancerosas, pero si tenemos un sistema inmunológico saludable éstas serán devoradas tan rápidamente como aparecen. Por eso, todo lo que debilite al sistema inmune puede cambiar ese delicado equilibrio a favor del cáncer, que tendrá así oportunidad de crecer y derrotarnos hasta llevarnos a la muerte.
La biología molecular considera al cáncer como una feroz y prolongada batalla que se libra entre las células cancerosas y las células inmunes.
Las principales fuerzas de estos ejércitos enfrentados la constituyen dos tipos de células: las células cancerosas y los macrófagos. Ambas tienen un impresionante armamento a su disposición y ambas tienen una estrategia para ganar.
Es una guerra en la que las células cancerosas, en rebeldía contra todo el sistema, se han declarado inmortales y se reproducen sin control para poder matar. Esa es básicamente su actividad bélica y a fe que lo hacen bien, para nuestra desgracia.
Por otro lado, nuestro sistema inmunológico no es menos numeroso; se compone de enormes cantidades de astutos glóbulos blancos, que hacen hasta lo imposible por defendernos.
Por otro lado, nuestro sistema inmunológico no es menos numeroso; se compone de enormes cantidades de astutos glóbulos blancos, que hacen hasta lo imposible por defendernos.
Cientos de miles de millones de guerreros celulares de ambos lados morirán antes de que todo haya terminado.
CARACTERISTICAS DE LAS CELULAS CANCEROSAS.
Todos los cánceres están compuestos por células que tienen los genes dañados, que han dejado de cooperar con el resto de la comunidad celular, que crecen fuera de control al declararse inmortales en un estado de rebeldía en el que desconocen el orden establecido en el organismo. No reconocen ninguna jerarquía. Se comportan como un verdadero ejército rebelde afanado en tomar el control del territorio (nuestro cuerpo).
Crecen, formando una comunidad rebelde local, aislada compuesta de células malignas. Este tumor puede eventualmente enviar sus células a través del torrente sanguíneo (lo llamamos metástasis) para establecer comunidades satélites en lugares remotos en otros órganos.
- Las células cancerosas no dejan de reproducirse.Crecen, formando una comunidad rebelde local, aislada compuesta de células malignas. Este tumor puede eventualmente enviar sus células a través del torrente sanguíneo (lo llamamos metástasis) para establecer comunidades satélites en lugares remotos en otros órganos.
Una célula cancerosa, en su condición rebelde no obedece a la muerte que el cuerpo tiene programada para cada célula; antes por el contrario, se reproduce en progresión geométrica, duplicándose siempre. Esto significa que una primera célula cancerosa, se convierte en 2, a continuación en 4, luego en 8, en 16, y así sucesivamente aumentando siempre su número. Finalmente se forma un tumor que se compone de miles de millones de copias de la célula cancerosa original (madre).
- Las células cancerosas tienen la facilidad de separarse de su lugar correcto porque han perdido las moléculas en su superficie que las mantendría junto a sus vecinas. Esto explica cómo las células cancerosas se diseminan a otras partes del cuerpo.
- Las células del cáncer no tienen ninguna especialización. No son aptas para hacer nada distinto a destruirnos.
En cambio las células sanas se diferencian unas de otras por la funcionalidad que desempeñan de acuerdo a los tejidos u órganos a los que pertenecen (especialización). Así, las células del hígado se diferencian de las de los músculos, los riñones y otros órganos, precisamente por las tareas que desempeñan en el hígado. Por el contrario, las células cuando se vuelven cancerosas, no se especializan. A diferencia de las células normales, en lugar de maduración, estas células se vuelven más y más primitivas.
ESTRATEGIA EMPLEADA POR LAS CÉLULAS CANCEROSAS PARA GANAR LA GUERRA.
Por definición, la Nagalase es una enzima extracelular que segregan las células cancerígenas en el proceso de invasión tumoral. También es un componente de la cubierta de proteínas de varios virus como el del SIDA y de la Gripe.
Mediante un test especial se detecta la presencia de Nagalase en sangre en las personas aun con un cáncer incipiente, ya sea de próstata, de mama, de colon, de pulmón, esófago, estómago, hígado, páncreas, riñón, vejiga, testículos, útero y ovario, melanoma, fibrosarcoma, neuroblastoma y varias leucemias.
En cambio, en la sangre de humanos sanos no se detecta presencia de Nagalase.
Lo anterior significa que la presencia de Nagalase en la sangre es la comprobación de la existencia de un cáncer en alguna parte del cuerpo, aun cuando apenas se esté iniciando. En ello radica la importancia de este examen, ya que se puede diagnosticar el cáncer desde sus principios.
La cantidad de Nagalase encontrada en la sangre depende en particular del tamaño, la fase, el grado de malignidad y de invasión del tumor o de los tumores.
Ya hemos dicho que el Nagalase es el arma principal que utilizan las células cancerosas para destruir al organismo, la utilizan como un arma paralizante ya que con ella literalmente paralizan a los macrófagos - su principal enemigo - que son las células más importantes del sistema inmune encargadas de destruir a las células del cáncer.
Las células cancerígenas, con una inteligencia perversa, saben que los macrófagos necesitan de una glicoproteína que los active y los mantenga despiertos en pie de lucha. Esa glicoproteína activadora de los macrófagos se llama GcMAF (Clicoproteina Factor de Activación de Macrófagos), sin ella, simplemente los macrófagos no pueden luchar como si estuvieran sumidos en un sueño profundo.
Es para esto que las células cancerosas producen el Nagalase, para inhibir o bloquear la producción de GcMAF. Al bloquearse la producción de GcMAF, los macrófagos estarán inactivos o minusválidos con lo cual el Nagalase incapacita efectivamente el ejército inmune.
De esta manera, el sistema inmunitario no podrá hacer su trabajo y las infecciones virales y el cáncer pueden propagarse rápidamente. Quedamos sin defensas, inermes, a merced de todo lo que nos pueda hacer daños, especialmente del cáncer.
EL NAGALASE ES EL ARMA LETAL DE LAS CELULAS CANCEROSAS: NEUTRALIZA AL SISTEMA INMUNOLOGICO y NOS DEJA INERMES.
Ya hemos dicho que el Nagalase es el arma principal que utilizan las células cancerosas para destruir al organismo, la utilizan como un arma paralizante ya que con ella literalmente paralizan a los macrófagos - su principal enemigo - que son las células más importantes del sistema inmune encargadas de destruir a las células del cáncer.
Las células cancerígenas, con una inteligencia perversa, saben que los macrófagos necesitan de una glicoproteína que los active y los mantenga despiertos en pie de lucha. Esa glicoproteína activadora de los macrófagos se llama GcMAF (Clicoproteina Factor de Activación de Macrófagos), sin ella, simplemente los macrófagos no pueden luchar como si estuvieran sumidos en un sueño profundo.
Es para esto que las células cancerosas producen el Nagalase, para inhibir o bloquear la producción de GcMAF. Al bloquearse la producción de GcMAF, los macrófagos estarán inactivos o minusválidos con lo cual el Nagalase incapacita efectivamente el ejército inmune.
De esta manera, el sistema inmunitario no podrá hacer su trabajo y las infecciones virales y el cáncer pueden propagarse rápidamente. Quedamos sin defensas, inermes, a merced de todo lo que nos pueda hacer daños, especialmente del cáncer.
Si dividimos al metro en 1.000 millones de partes y tomamos 1 de esas partes, eso es un nanómetro, que se puede definir como una unidad de longitud equivalente a la mil millonésima parte de un metro.
IMPORTANTE: ESTA INFORMACIÓN NO ES, NI SUSTITUYE EN NINGÚN CASO LA CONSULTA, TRATAMIENTO O DIAGNÓSTICO DEL PROFESIONAL DE LA SALUD COMPETENTE.
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