LA ENFERMEDAD COMIENZA EN LA CELULA
La enfermedad es propia de los organismos vivos cuando en éstos existe una mala función en las células que los constituyen.
Cuando en una célula se alteran las funciones de transporte de líquidos y sales desde y hacia su interior se desarrolla un trastorno que en último término la paraliza y le impide cumplir su tarea; le impide repararse a sí misma y multiplicarse.
Si tal proceso se lleva a cabo en millones de células en todo el organismo, el efecto final es el mal funcionamiento de los órganos y sistemas,
produciéndose la fatiga, el daño de su estructura y por consiguiente el dolor, la inflamación y la deformidad.La prolongación de estos trastornos en el tiempo conlleva la muerte.
LA MOLECULA ES EL NIVEL DE LA "NO ENFERMEDAD"
Toda la vida está sostenida sobre una enorme estructura hecha a partir de átomos y moléculas.
Si comparamos al cuerpo con un enorme edificio podemos decir que los átomos y moléculas son sus ladrillos que se mantienen unidos y comunicados por medio de campos de fuerzas que son eléctricos, magnéticos, iónicos, etc.
Estas moléculas y átomos generan corrientes de energía que atraviesan al cuerpo en todas direcciones. Estos campos energéticos se relacionan a su vez con los campos que lo circundan, como el campo magnético de nuestro planeta, las energías radiantes del sol, los campos de energía creados por el hombre y los campos de energía de los demás seres vivos y no vivos (como los minerales, los elementos de la naturaleza, etc.)
Si nuestros átomos y moléculas poseen alta energía y esta fluye libremente a través de ellos, nuestro cuerpo tendrá un funcionamiento armónico y en equilibrio, manifestando salud y vigor. Pero si por el contrario, la energía es poca, está desorientada, desbalanceada, represada en algunos órganos y sistemas y escasa en otros, tal desbalance crea la enfermedad.
Por lo tanto, si a un organismo que posee sus energías desbalanceadas y sus moléculas desordenadas se le aplica un campo electromagnético uniforme, con unos polos norte y sur bien definidos y coordinados con los propios polos magnéticos terrestres, se le puede reordenar en su estructura molecular y atómica que repercutirá a su vez en el orden interno celular.
Si las células están ordenadas y sincronizadas entre sí, el funcionamiento de tejidos, órganos y sistemas será óptimo y por lo tanto, la maquinaria corporal será muy eficaz en su trabajo y muy fuerte en su estructura. Eso se expresará como salud, vigor y bienestar.
Porqué se enferma una célula y dónde está el origen de su desorden
LA MOLECULA es la clave del origen de la enfermedad celular y de la cura de la misma.
La molécula no es más que un pequeño cúmulo de materia regida por principios de interacción eléctrica, magnética y vibracional.
Es decir, el nivel más esencial de la vida está en donde la energía se materializa a través de sus formas primarias: en átomos y moléculas.
Si las moléculas se alteran, se enferman las células y así lo hace también el organismo.
Si las moléculas se armonizan, el efecto será igual para la totalidad.
Este es el principio de las Terapias de electromagnetismo, vibración y repolarización molecular que cada día se abren campo en la práctica de la medicina alternativa.
Los átomos y las moléculas, a nivel celular, en sí mismas no se enferman, pero una inadecuada interacción de ellos en el interior de las células (donde forman membranas, núcleo, etc.) sí que dan origen en las células a un proceso de mal funcionamiento que llamamos enfermedad.
Cuando en una célula se alteran los mecanismos de transporte de iones (átomos con carga), cuando se alteran las moléculas o los electrones, se crea un desequilibrio interno que en último término conlleva a la parálisis de sus funciones, a la parálisis de su intercambio con el medio externo (ingreso de agua y sales), a la parálisis de la fabricación de moléculas de auto reparación (para reemplazar secciones dañadas de su estructura) y de replicación (ADN) y le sobreviene la muerte.
Pero es del caso que esto se puede dar a una escala de miles o millones de células del cuerpo y no en una sola.
Cuando esto sucede, con muchas células debilitándose y muriendo, se altera el funcionamiento de órganos y tejidos sobreviniendo entonces la enfermedad y luego la muerte del organismo como una totalidad.
Cualquier circunstancia, fuerza o elemento que altere la normal interacción en nuestros átomos y moléculas celulares tendrá, por consiguiente, la capacidad de alterar también el funcionamiento de nuestro organismo.
Químicos inhalados o ingeridos (aire contaminado, gases, alimentos, medicamentos, tóxicos, etc.), campos de radiación eléctrica o magnética (transformadores de energía, radiaciones ionizantes, luces o sonidos de determinadas frecuencias, imanes, energía nuclear y otros), tienen, todos ellos, la capacidad de modificar la conducción eléctrica, el intercambio iónico, la utilización de la energía y el propio código genético de nuestras células, enfermándolas o aliviándolas, según sea el caso.
Todos estos factores poseen la capacidad de alterar la polaridad y la carga eléctrica o magnética de nuestras moléculas constitutivas, las cuales poseen, en razón de las cargas eléctricas, magnéticas y iónicas de sus átomos, una configuración espacial determinada, una forma en el espacio que es la que les permite interactuar con otras moléculas y cumplir su función específica al interior de células y tejidos.
Cuando la molécula pierde su forma, pierde su función, y enferma a la célula donde se encuentra o a donde ha ido a cumplir su tarea, así, la consecuencia de toda enfermedad de nuestro cuerpo se sitúa en su nivel celular, pero su origen y su solución, está en sus «ladrillos constitutivos» o moléculas.
EL NIVEL DE RESONANCIA:
Los átomos, las moléculas, las células, los organismos, los planetas, los soles y las estrellas poseen vibración porque están hechos de energía en movimiento.
Cuando la energía se mueve a altas frecuencias se crea un movimiento oscilatorio constante que se llama vibración.
Cuando un organismo se enferma, pierde energía y al hacerlo disminuye su oscilación y por tanto su vibración.
Cuando una célula se enferma, lo hace porque sus moléculas constituyentes han disminuido su capacidad de vibrar y por tanto de traspasar energía a la siguiente. Dicho de otra forma, pierden capacidad de conducir las corrientes eléctricas que son las responsables del intercambio de sustancias, iones, agua y otros hasta que sobreviene la parálisis.
Con todo lo afirmado vislumbramos ya, la importancia de la corriente eléctrica en nuestro organismo.
«El cese del movimiento de la energía en un ser vivo es igual a su muerte»
Si a un organismo enfermo se le somete a un patrón de vibración constante de una determinada frecuencia, todas sus moléculas constitutivas comenzaran a oscilar hasta encontrar un punto de equilibrio donde el movimiento se hace óptimo, que se conoce como nivel de resonancia. Allí, la transmisión de energía es óptima y toda la estructura celular estará vibrando al compás de sus moléculas constitutivas. Estas se "alinearán" en un mismo eje vibracional que hará resonar armónicamente toda la estructura del cuerpo como si fuera uno solo.
Terapias de Electromagnetismo y Repolarización Molecular
Toda la comunicación interna del organismo se hace a través de mensajeros químicos, que no son otra cosa que moléculas, e impulsos eléctricos.
Las células se comunican entre sí por medio de corrientes de energía que viajan a través de las conexiones nerviosas y por millones de moléculas mensajeras que viajan por la sangre.
De esta manera, todas las células comparten información y adquieren conciencia de «organismo».
Desde todo el resto del cuerpo llega información al cerebro, que es un gran lector electroquímico. Toma esta información, interpreta dichas señales y responde a su vez disparando «impulsos eléctricos» y secretando sustancias que van por la sangre a todos los demás órganos, creando en ellos algún efecto.
Cuando la información que le llega al cerebro por la sangre y los nervios aferentes (que entran) es clara, rápida, libre de interferencias, concisa y ordenada, el lector cerebral es capaz de interpretar rápida, eficiente y correctamente su significado, produciendo una respuesta igualmente nítida, ordenada y adecuada a los requerimientos del medio interno y externo del organismo. Hace por lo tanto, los ajustes necesarios para continuar de modo eficiente el proceso vital.
Por el contrario cuando, la información es inexacta, contaminada y desordenada, el lector cerebral se incapacita para responder correctamente a las demandas internas o externas y se equivoca en sus acciones.
Cuando el lector funciona mal, yerra su respuesta, pierde la conexión con el resto del organismo y con el entorno y comienza a manejar mal el tiempo y el espacio interno y externo; equivoca sus respuestas, altera la química y la mecánica interna iniciándose los fenómenos celulares que conducen a la enfermedad.
EL MAGNETISMO CELULAR y EL MAGNETISMO TERRAQUEO..
Estamos ubicados en un planeta que es de naturaleza magnética, como nosotros también los somos.
Nuestras moléculas poseen su propio dipolo positivo-negativo que se ve influido por los flujos del magnetismo terráqueo.
Es lógico concluir que si estamos formados por trillones de moléculas que funcionan como micro imanes que forman nuestras células y que las comunican entre sí, la orientación que ellas posean en relación con los propios polos terrestres afecta nuestra posición, orientación y alineación en nuestra vida.
Si nuestros polos moleculares están anárquicos y desorientados en relación con el mundo que habitamos, nuestra «posición» estructural estará mal orientada ante él.
Y si el cerebro lee, la carga eléctrica y magnética de las moléculas , o lo que es lo mismo, su estructura espacial y éstas están desordenadas, la respuesta será, como ya dijimos errada. El resultado es la pérdida de energía, conflicto orgánico y enfermedad.
De acuerdo a lo anterior, es imperativo por lo tanto, realizar un reordenamiento molecular de células, tejidos, fluidos (sangre y linfa), órganos y sistemas. Y esto se consigue mediante las Terapias de Electromagnetismo Pulsante (TEMP) con las cuales se consiguen los siguientes efectos:
♦ Eliminación de las sobrecargas de energía en puntos específicos del cuerpo y en particular en articulaciones, tendones y ligamentos, mejorando su funcionamiento, recuperando arcos de movimiento limitados o perdidos y eliminando dolores. Son altamente beneficiosas para enfermedades de huesos y articulaciones, como artritis, artrosis, bursitis, congelamientos articulares.
♦ Se consigue la organización de los mensajeros químicos sanguíneos con la consecuente purificación, fluidificación y limpieza de la sangre obteniéndose mejoramiento de la salud del corazón y la circulación en general.
♦ Optimización del funcionamiento hepático con el consiguiente aumento de la capacidad de producción de energía corporal lo que se manifiesta en el aumento de la resistencia física y la vitalidad.
♦ Mejoramiento de la función renal, aumentando su capacidad de filtrar la sangre y eliminar toxinas.
♦ Incremento de las funciones mentales y del pensamiento. El cerebro lee mejor la información llevada por los mensajeros químicos de la sangre. Entonces, se piensa mejor, se analiza mejor, se incrementa la capacidad de raciocinio y la intuición.
♦ Disminución de la producción de hormonas del estrés, como la adrenalina. Con ello se disminuye la sobrecarga de trabajo en las glándulas y se eliminan las zonas de fatiga crónica, física y mental.
♦ Se potencia la eficacia del sistema inmunológico en la defensa contra las enfermedades infecciosas y degenerativas.
♦ Prevención de las enfermedades malignas como cánceres y linfomas.
LA CELULA, LA APOPTOSIS y LA TERAPIA ELECTROMAGNETICA.
Las células son pequeños lagos acuosos a manera de espejos lisos, brillantes y templados que poseen sales (y por tanto iones) y moléculas de proteínas en su interior.
Una clase muy particular de moléculas, es la que conforman los genes, siendo las responsables de albergar en ellas todas las historias evolutivas de nuestros antepasados. Esto quiere decir que las células contienen la información ancestral que llamamos herencia.
Cuando en el transcurso de nuestra vida se hacen permanentes las emociones como el temor, el miedo, la ira, se producen en nosotros reacciones químicas que conllevan a que en la sangre se viertan, desde nuestras glándulas (las suprarrenales, por Ej.), grandes cantidades de hormonas como la adrenalina, el cortisol y otras, que viajan por el torrente circulatorio y bañan a todas las células del organismo. Sus efectos son devastadores para ellas ya que consumen sus reservas de energía, alteran el equilibrio de los iones y sales y le consumen agua.
Tal deformidad hace que la propia célula produzca unas moléculas internas de alarma que son transportadas a las células contiguas como si fueran mensajes de alerta que se multiplican exponencialmente a su alrededor y que altera profundamente el metabolismo interno.
De esta forma, el miedo por ejemplo, se vuelve químico y se arraiga en miles de millones de células en todos los órganos.
Es tan grande la magnitud de este «miedo celular» que se activa un programa (similar a un «software») de autodestrucción conocido como mecanismo de APOPTOSIS (o muerte celular programada, regulada genéticamente).
Mediante la Apoptosis, la célula se «suicida» como una manera de evitar la propagación del desequilibrio más allá de sus fronteras. Al menos ese es el propósito. Pero cuando la apoptosis es masiva son millones de células las que fenecen a una velocidad mucho mayor que la que tiene el cuerpo para reemplazarlas. Ese es el origen del envejecimiento. Y si son células del sistema nervioso, mucho más lentas y difíciles de reponer, sumada a la pérdida de tejidos vivos en todo el organismo, el resultado no es otro que la dolencia y luego de ella la enfermedad. Es tan grande la magnitud de este «miedo celular» que se activa un programa (similar a un «software») de autodestrucción conocido como mecanismo de APOPTOSIS (o muerte celular programada, regulada genéticamente).
Todo lo anterior lo podemos resumir de la siguiente manera:
Las células están formadas por moléculas, millones de cristalitos vibrantes susceptibles de ser programados, alineados y polarizados por medio de algún factor interno o externo que les brinde la capacidad de ejercer su función en el cuerpo.
Las células están formadas por moléculas, millones de cristalitos vibrantes susceptibles de ser programados, alineados y polarizados por medio de algún factor interno o externo que les brinde la capacidad de ejercer su función en el cuerpo.
Allí es donde radica el inmenso valor de las Terapias de Electromagnetismo Pulsante (TEMP).
Por medio de la Terapia Electromagnética Pulsante (TEMP),podemos inducir a que las células del cuerpo de la persona en terapia «se desconviertan», de la historia que traen en su interior, mientras aprovechamos para imprimir al campo molecular de ella, a través de ondas electromagnéticas, incluyendo la luz, una nueva y positiva información, una nueva programación.
Por medio de la Terapia Electromagnética Pulsante (TEMP),podemos inducir a que las células del cuerpo de la persona en terapia «se desconviertan», de la historia que traen en su interior, mientras aprovechamos para imprimir al campo molecular de ella, a través de ondas electromagnéticas, incluyendo la luz, una nueva y positiva información, una nueva programación.
Es como si cambiásemos la información del disco duro de nuestro computador haciendo correr un programa anti-virus que borra los comandos y los archivos defectuosos y optimiza el funcionamiento de todo el sistema.
Las células no son otra cosa que millones de discos duros que almacenan información correcta o errónea. Las moléculas son las trasportadoras de dicha información. (La memoria Ram).
Es así como las moléculas viajarán por la sangre llevando los nuevos «códigos» de funcionamiento recién programados a todo el organismo y en especial al cerebro, que posee trillones de pequeños lectores de moléculas llamados neurorreceptores que interpretan dicha información, generan impulsos nerviosos y hormonales que a su vez distribuyen la renovada programación a todo el conjunto del organismo. Se cambia entonces la estructura molecular interna y por lo tanto se inician los procesos de alivio y aun curación de las enfermedades causadas por la vieja programación celular.
Es allí precisamente que el cáncer, el alzahimer y el mal de parkinson pueden ser tratados con resultados alentadores y positivos.
La migraña, jaqueca, rinitis, sinusitis, artritis, depresión (tristeza, melancolía, ansiedad, angustia), asma, cardiopatía, problemas estomacales, miomas, y otros muchos más, también han sido atendidos con altos índices de éxito.
GENERADOR DE ELECTROMAGNETISMO PULSANTE (TEMP)
Este equipo es un Generador de Electromagnetismo pulsante diseñado y construido por nosotros en «Qisoma» a bajo costo lo cual hace accesible su adquisición.
Consta básicamente de un generador de corriente continua pulsante (caja grande de la foto) que alimenta con 7 voltios una o varias bobinas solenoide (la caja pequeña de la foto) que emite entonces energía electromagnética también pulsante. Por lo tanto se comporta como un electroimán.
La terapia electromagnética con este aparato consiste en aplicar por un tiempo de 15 a 30 minutos la caja emisora de electromagnetismo en la zona o punto energético desequilibrado-
Para mayor información comuníquese a nuestro correo : qisoma@hotmail.com
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El cuerpo humano como estructura electromagnética.
La vida como seres humanos se hace manifiesta en nuestro mundo a través de un cuerpo físico. Dicho de otra forma, existimos en nuestro mundo porque poseemos un cuerpo.
Nuestro cuerpo posee un peso específico, que es la consecuencia de la atracción que hace la Tierra sobre él, que a su vez tiene su propio gran cuerpo planetario.
Nuestro cuerpo posee un peso específico, que es la consecuencia de la atracción que hace la Tierra sobre él, que a su vez tiene su propio gran cuerpo planetario.
Ambos (nuestro cuerpo y la Tierra) tenemos, por lo tanto, una serie de ejes o diámetros llamados paralelos y meridianos, que determinan puntos o extremos polares - norte y sur (+/-); además, puntos o líneas centrales llamadas líneas o centros de equilibrio.
Así, nuestro cuerpo humano puede dividirse en mitades derecha e izquierda, anterior y posterior y superior e inferior. Estas dos últimas determinan nuestros polos +/- . El encéfalo (cerebro y cerebelo), contenidas dentro de la bóveda craneana, constituyen el +. La región sacro-coccígea, articulada perfectamente dentro del bacinete pélvico, comprenden el -
El punto medio o de equilibrio se configura más o menos en correspondencia con la cintura, cercano al ombligo; Ambos cuerpos, tierra y organismo, interactúan entre sí porque sus polos establecen una relación de equilibrio a través de sus fuerzas, no solamente gravitacionales, sino electromagnéticas.
Podemos decir que tanto el globo terráqueo, como nosotros, somos imanes que se atraen o repelen mutuamente según la orientación que tengamos el uno respecto del otro.
Nuestro planeta es magnético porque es una gran masa de hierro, pero también es eléctrico, porque es un gran depósito de agua y sales: el mar.
Por su parte, nuestros cuerpos son exactamente eso: un sesenta por ciento de su peso está representado en agua y sales de sodio, cloro, potasio y otros; mientras el peso restante lo aportan compuestos orgánicos a base de carbono y estructuras inorgánicas como sales de calcio, fósforo, el propio hierro y muchos más.
Somos de esta forma, un pequeño cuerpo terráqueo conformado por los mismos elementos de los cuales se compone nuestro planeta y por tanto somos capaces de crear fuerzas eléctricas, magnéticas y electromagnéticas que interactúan con las suyas.
Tenemos con la tierra, en un cierto sentido, una estrecha relación "metálica" que se rige por las leyes físicas de la conducción eléctrica y de la atracción o repulsión magnética: somos imanes que intercambiamos fuerzas y energías magnéticas y eléctricas con la tierra. Nos atrae o nos repele según como estén situados nuestros polos ante los suyos. Somos sinérgicos o antagónicos con sus fuerzas; nos impulsa o nos frena según la orientación entre ambos y por lo tanto, vivimos "alineados" o "desalineados" en su superficie.
Así, nosotros estamos "polarizados o despolarizados"con relación a los ejes electromagnéticos de nuestro mundo según como se encuentren orientados nuestros propios campos magnéticos con relación a los suyos.
Origen de nuestra naturaleza electromagnética: (Átomos y moléculas).
La vida se originó en la Tierra luego de que enormes cantidades de polvo cósmico cargadas de átomos y moléculas provenientes del espacio interestelar fueron depositadas en los mares de un planeta recién formado.
Millones de moléculas irradiadas por luz, rayos cósmicos, ultravioleta, infrarrojos y otros, se mezclaron en su superficie creando una especie de «caldo de cultivo» que fue cocido por las altas temperaturas de un planeta apenas en enfriamiento, en un proceso que tomó millones de años.
Estas moléculas primordiales de vida interactuaron entre sí, generando una serie de reacciones químicas que produjeron moléculas más complejas. Estas moléculas más grandes se convirtieron a la postre en los primeros «bloques de construcción» de las formas más primitivas de vida.
Aparece entonces la RIBOSA, un tipo de azúcar con cinco átomos de carbono y a una serie de estructuras moleculares aun más complejas, llamados nucleótidos: citosina (C), adenina (A), guanina (G) y uracilo (U), que son el «alfabeto genético» de una sustancia llamada el ARN, o acido ribonucleico, molécula que dirige las etapas intermedias de la producción de proteínas.
La aparición de esta molécula a base de carbono trajo como consecuencia la formación de materia orgánica capaz de asociarse para formar «organismos» vivos.
Algunas formas de ARN adquirieron la capacidad de auto replicarse y por lo tanto de multiplicar exponencialmente su cantidad hasta que alguna de ellas, en sus mezclas, dieron origen al material constituyente del ADN, la molécula de la vida por excelencia.
Con el ADN apareció la herencia de la vida: la capacidad de traspasar la información y el «conocimiento molecular» a su generación siguiente, garantizando así la continuidad del proceso.
Millones de moléculas irradiadas por luz, rayos cósmicos, ultravioleta, infrarrojos y otros, se mezclaron en su superficie creando una especie de «caldo de cultivo» que fue cocido por las altas temperaturas de un planeta apenas en enfriamiento, en un proceso que tomó millones de años.
Estas moléculas primordiales de vida interactuaron entre sí, generando una serie de reacciones químicas que produjeron moléculas más complejas. Estas moléculas más grandes se convirtieron a la postre en los primeros «bloques de construcción» de las formas más primitivas de vida.
Aparece entonces la RIBOSA, un tipo de azúcar con cinco átomos de carbono y a una serie de estructuras moleculares aun más complejas, llamados nucleótidos: citosina (C), adenina (A), guanina (G) y uracilo (U), que son el «alfabeto genético» de una sustancia llamada el ARN, o acido ribonucleico, molécula que dirige las etapas intermedias de la producción de proteínas.
La aparición de esta molécula a base de carbono trajo como consecuencia la formación de materia orgánica capaz de asociarse para formar «organismos» vivos.
Algunas formas de ARN adquirieron la capacidad de auto replicarse y por lo tanto de multiplicar exponencialmente su cantidad hasta que alguna de ellas, en sus mezclas, dieron origen al material constituyente del ADN, la molécula de la vida por excelencia.
Con el ADN apareció la herencia de la vida: la capacidad de traspasar la información y el «conocimiento molecular» a su generación siguiente, garantizando así la continuidad del proceso.
Luego, estas moléculas orgánicas adquirieron la capacidad de construir una barrera o membrana que las separaba del medio externo y les permitía una interacción selectiva con él.
Así se formaron los primeros organismos vivos individuales, la primera forma de vida independiente y auto replicativa: la célula.
Fue cuestión de tiempo para que muchas células se asociaran formando organismos de mayor tamaño y complejidad que a su vez fueron creando tejidos hechos de células que se fueron diferenciando y especializando en funciones especificas, como el manejo del agua y las sales, tejidos contráctiles o estructurales, tejidos de soporte o tejidos de conducción eléctrica.
Así se formaron los primeros organismos vivos individuales, la primera forma de vida independiente y auto replicativa: la célula.
Fue cuestión de tiempo para que muchas células se asociaran formando organismos de mayor tamaño y complejidad que a su vez fueron creando tejidos hechos de células que se fueron diferenciando y especializando en funciones especificas, como el manejo del agua y las sales, tejidos contráctiles o estructurales, tejidos de soporte o tejidos de conducción eléctrica.
Surgieron entonces, los órganos como el sistema nervioso, el músculo esquelético o cardíaco, el tejido renal y hepático, el hueso, etc.
Aparecieron, según el camino evolutivo, los reinos vegetales y animal con sus diferentes especies, familias y ordenes.
En
cuanto a lo que respecta a nuestra estructura física corporal, somos en consecuencia, una gran masa de células organizadas en órganos y
sistemas, muy diferentes entre sí.
Pero
todas esas células, no importa su clase, ni su forma, ni su función y ni siquiera la forma de vida que la contiene (bacteriana, vegetal o
animal) están hechas de las mismas moléculas que a su vez se originan de la mezcla de la misma clase de átomos.
Todas las formas de vida comparten la misma estructura molecular y todas las formas de materia existente, viva o inerte, pertenezcan ellas a un vegetal, a un humano, a un planeta o a una estrella. Están hechas de átomos y por tanto regidas por las mismas leyes físicas y químicas que determinan su comportamiento y su interacción.
De todo lo afirmado lo que nos interesa es que siendo nuestro cuerpo físico estructuras atómicas y moleculares, estamos sujetos a las fuerzas que gobiernan el comportamiento de éstos con el universo. Estamos, reiteramos, sujetos a las fuerzas gravitatorias y fuerzas electromagnéticas.
Esa es la razón por la cual nuestro organismo genera corrientes eléctricas que son medibles (electrocardiograma, electroencefalograma, etc.).
Es fácil comprender por lo tanto, porqué poseemos «gravedad» y porqué estamos amarrados por ella a la superficie de nuestro planeta.
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También
es fácil concluir que los campos eléctricos, magnéticos,
gravitacionales, las energías y fuerzas atómicas, acústicas, lumínicas y
vibracionales influyen en nosotros, mejorando o debilitando nuestras
propias fuerzas.
En
conclusión, somos una masa conformada de átomos y moléculas que posee mente, pensamiento y conciencia de vida y que comparte los mismos
elementos que construyen todo el universo y por tanto interactuamos con sus fuerzas y con él, a través de ellas
IMPORTANTE: ESTA INFORMACIÓN NO ES, NI SUSTITUYE EN NINGÚN CASO LA CONSULTA, TRATAMIENTO O DIAGNÓSTICO DEL PROFESIONAL DE LA SALUD COMPETENTE
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