Desde la viruela, que cambió el curso de la historia e, incluso, marcó el declive de civilizaciones enteras, o la peste, que asoló a Europa en los siglos VII y XIV, no se tenía noticia de que una enfermedad amenazara con poner en jaque la estabilidad de una región y de las naciones que la conforman.
En días pasados, la presidenta de Liberia, Ellen Johnson Sirleaf, lanzó un dramático pedido de auxilio ante la incontrolable expansión del virus del Ébola. La mandataria, que admitió que su gobierno ya no puede hacer nada contra él, pidió a los países más poderosos soporte para contenerlo.
Desde hace 40 años se tienen registros de brotes en el continente africano. Sin embargo, el hecho de que se presentaran en aldeas apartadas y en zonas poco pobladas hacía que la dispersión de este virus, contra el cual aún no hay cura ni tratamiento, se autocontrolara.
Pero las cosas cambiaron dramáticamente en marzo pasado, cuando un brote en Conakri, capital de Guinea, y su posterior expansión a Liberia y Sierra Leona le dieron a entender a la Organización Mundial de la Salud (OMS) que esta era una emergencia de salud pública internacional.
Y no le faltaba razón: este mal, cuya cura buscan afanosamente laboratorios de todo el mundo, ha matado a 2.500 personas de cinco naciones de África occidental, y no hay, por ahora, esperanzas de que su expansión se detenga, entre otras razones porque los familiares de las víctimas desafían las órdenes de cuarentena y abandonan los cuerpos infectados en las calles. El asunto es tan serio que el Banco Mundial, en un estimativo inicial, calculó que, a causa de la epidemia, solo Guinea perderá un punto porcentual de su PIB, lo que profundiza el drama de ese país. Por el mismo camino irían los demás afectados.
Y no le faltaba razón: este mal, cuya cura buscan afanosamente laboratorios de todo el mundo, ha matado a 2.500 personas de cinco naciones de África occidental, y no hay, por ahora, esperanzas de que su expansión se detenga, entre otras razones porque los familiares de las víctimas desafían las órdenes de cuarentena y abandonan los cuerpos infectados en las calles. El asunto es tan serio que el Banco Mundial, en un estimativo inicial, calculó que, a causa de la epidemia, solo Guinea perderá un punto porcentual de su PIB, lo que profundiza el drama de ese país. Por el mismo camino irían los demás afectados.
Médicos sin Fronteras manifestó al mundo que, contra el ébola, se está perdiendo la batalla, e hizo un pedido urgente para tener una respuesta global al problema. Se quejó, además, de que las autoridades de salud no hayan logrado tomar las medidas adecuadas, ni siquiera las destinadas a proteger al personal de salud. Y es que cerca de 300 trabajadores sanitarios ya han sido contagiados y la mitad han muerto, lo cual suma otro revés a la lucha: decrece el número de voluntarios que quieren ir a prestar ayuda en medio de la tragedia.
No es exagerado decir, ante este panorama y seis meses después de que se lanzara la alerta en Guinea, que frente al ébola el mundo va muy mal. Sin embargo, aún se está a tiempo de actuar eficazmente para frenarlo y contener el daño en los países afectados. Hacerlo requiere echar mano de las lecciones aprendidas a lo largo de este semestre.
La primera es que no puede seguirse incurriendo en el error de subestimar una enfermedad que ha demostrado su capacidad de expandirse con rapidez si encuentra el modo. Y el mundo, lamentablemente, no ha hecho más que darle ventaja.
La segunda es que la búsqueda de soluciones no está solo en manos de un puñado de Estados africanos y de las autoridades sanitarias. Detener el ébola es un reto global y debe involucrar indefectiblemente a naciones que cuentan con recursos económicos, técnicos y científicos.
Ojalá esto se entienda en la reunión del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, que se celebrará el jueves. Más devastador que un conflicto bélico, y eso lo demostraron la peste y la viruela, es un mal contagioso, letal y sin cura que no discrimina. Y eso es el ébola.
jotelo
TOMADO DE EL TIEMPO.jotelo
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Joaquín, dejo recordatorio de que el ébola lo han ido tratando en Africa hasta el día de hoy con plantas autóctonas y de que desde España, Joseph Pamiés y la organización que lidera, Dolça Revoluçió, han ofrecido ayuda tanto con aportación de plantas como con MMS ( clorito de sodio activado, con resultados positivos al 100% con la Malaria) y ha sido rechazada por las organizaciones gubernamentales
ResponderEliminarOs dejo el siguiente enlace
http://joseppamies.wordpress.com/2014/08/06/el-ebola-se-puede-curar/
Mejorodesdeya:
EliminarEn este mismo blog, sostengo que el ebola es un enemigo terrible pero no invencible. El Hipoclorito de Calcio (MMS2) también es eficaz.